Reseña de Manuel Asensi en La Vanguardia

Con el fin de ofrecer una particular visión de Leonardo da Vinci, la aragonesa Teresa Garbí ha entrado en su conciencia y sensibilidad

Retrato poético

MANUEL ASENSI

En una de sus cartas, John Keats hablaba de una negative capability (capacidad negativa) para referirse a esa necesaria facultad del escritor consistente en ser capaz de introducirse dentro de los seres que le rodean o le han podido rodear. De esa plasticidad psicológica han hecho gala muchos novelistas, poetas y dramaturgos, y basta recordar a modo de ejemplos notables las Memorias de Adriano de Marguerite Yourcenar o los extraordinarios monólogos de James Joyce.

La novela de la que voy a hablar aquí, Leonardo da Vinci: obstinado rigor, de Teresa Garbí (última de una larga serie), exhibe de nuevo esa capacidad negativa, pero lo hace de una manera especial y con estilo propio. Atreverse novelísticamente con Leonardo da Vinci, dar forma a lo que este personaje histórico podría haber sido, es una empresa tan arriesgada cuanto llena de atractivo y suspense. Primera regla de esta novela: para entrar en la conciencia y en la sensibilidad de Da Vinci es necesario imitar su manera de proceder, el boceto. Así, dado que buena parte de la producción artística y científica de Leonardo consistió en el boceto, esta novela renuncia a la dimensión histórica realista y se inclina por una visión de silueta y sombra del hombre. Ahora que tanto se lleva, las más de las veces para mal, la reescritura de la historia con un sentido hegeliano de saber absoluto, el intenso texto de Teresa Garbí renuncia a ese saber y, en vez de construir una historia, presenta una semblanza poética y sensorial de Leonardo da Vinci, aislando aquellos momentos de su vida en que la visión del mundo de este se agudiza y estalla: la infancia, la estancia con el maestro Verrocchio, la historia de amor homosexual con Salaí, el proceso de composición de la última cena para el refectorio de Santa Maria delle Grazie, la relación con Luca Pacioli y las ilustraciones del libro De Divina proportione, la muerte de la madre, el retrato de la Gioconda, el derrame cerebral y posterior muerte.

Segunda regla de esta novela: a la plasticidad psicológica de la autora debe corresponderle un punto de vista o perspectiva múltiple. En esta novela quien asume la responsabilidad narrativa es un sujeto plural y escindido. Aunque la voz que organiza la narración habla en tercera persona, hay otros narradores que irrumpen de forma abrupta: animales que piensan, voces que le hablan en segunda persona a Leonardo, registros en primera persona del singular, otros en primera persona del plural, etcétera. Esta es una de las razones por las que, a pesar de la apariencia de sencillez de Leonardo da Vinci: obstinado rigor, hay que decir que nos encontramos ante una novela que hereda de forma posmoderna las técnicas vanguardistas. A ello se suma el lenguaje a la vez riguroso y metafórico que emplea, su visión del mundo nihilista y al tiempo esperanzada, todo lo cual hace de esta novela una rara joya dentro de las letras españolas.

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